miércoles, 10 de octubre de 2007

¿Afecta la descarga de música ilegal a la venta de discos?

La venta de discos no es un problema que se remita a la sola distribución de estos (venta de CDs, sustituida por descargas ilegales) sino que también afecta al como esta se crea, debido al surgimiento de nuevas bandas que prefieren mantener los derechos de sus canciones y así administrar ellos mismos las ganancias de sus discos.

Sin embargo, la distribución no es un tema menor. Es irónico el hecho de que una nueva tecnología (música digital) ha obligado a las disqueras a abandonar su paradigma de lanzar discos para volver al pasado (vender singles), un ejemplo de este actuar es el modelo de negocios de iTunes.

Inicialmente parecía una buena idea el lanzar discos completos, donde los consumidores estaban obligados a comprarlos para poder escuchar una o un par de canciones que en realidad les interesaban (salvo excepciones). Internet parece estar cambiando el modelo, ahora los consumidores tienen el poder de elegir las canciones que quieren, cómo las quieren y en algunos casos el precio en que las quieren (puedes pagar lo que quieras por el nuevo CD de Radiohead).

El blog de Freakonomics entrevistó a 5 tipos bastante duchos en el tema: Koleman Strumpf, profesor de business economics en la University of Kansas Business School, quien además escribió el paper “The Effect of File Sharing on Record Sales”; Fredric Dannen, autor de Hit Men: Power Brokers and Fast Money Inside the Music Business; George Drakoulias, productor musical, artista y ejecutivo de American Recordings, y veterano de Def Jam Recordings; Peter Rojas, fundador de Engadget y co-fundador de RCRD LBL, un sello de música online gratis, iniciada por Downtown Records y a Steve Gottlieb, presidente de TVT Records.

Según los datos manejados, la venta de discos efectivamente ha bajado en estos años ¿Cuál puede ser la explicación? La más obvia es la descarga ilícita de redes como BitTorrent, Arez, SoulSeek o las antiguas KaZaA y Napster. Sin embargo, Koleman Strumpf estudió esta relación usando la data de descargas de una serie de estas redes. Si el bajar música afecta la venda de discos, entonces los álbumes que son más descargados deberían de experimentar una merma en sus ventas comparado con álbumes que son menos bajados. La conclusión fue que la descarga de música poca relación tenía con la venta de discos.

Una serie de razones puede ser que estén afectando la venta de discos, sin contar las descargas ilegales.

Primero, tal como a inicios de los 80s los consumidores dejaron de comprar discos luego de pasar por un género altamente consumido (en los ‘80s fue el Disco, ahora puede ser el teen-pop). Por lo que una explicación es que la industria ha fallado en decodificar los nuevos gustos de los consumidores.

Segundo, la música como la conocemos ha tenido serios problemas compitiendo con otros productos de entretenimiento por el bolsillo de los consumidores. Considerando productos como los DVD, celulares y videojuegos, estos dos últimos con un crecimiento explosivo en los últimos años.

Como tercer factor se puede considerar el auge que ha tenido el pago por descargas de música digital, impulsado por iTunes. El punto fuerte de este supuesto es la posibilidad de adquirir la música que de verdad nos gusta, no álbumes enteros.

La industria ha sido reacia a aceptar no sólo el vender singles por menos de un dólar, sino que al hecho de cambiar definitivamente de formato (de CDs a MP3s). Situación similar a la ocurrida con la introducción de los cassettes a la escena de la música. ¿Qué persona en su sano juicio preferiría un formato de peor calidad en comparación al aquel entonces usado LP? La verdad es que casi todo el mundo. Una enseñanza que ha dejado esta industria respecto del comportamiento del consumidor es que suelen ponderar más la conveniencia, simpleza y tamaño por sobre la calidad (o en otras palabras, la calidad es subjetiva a cada cliente). Los cassettes eran mucho más fácil de maniobrar, no se rayaban y se podían escuchar en el auto o mientras se trotaban, el mercado interpretó estas cualidades como calidad por sobre la “calidad” de sonido. Lo mismo sucede con el MP3, es música de peor calidad, pero facilita la elaboración de playlists customizadas, no hay problemas con los saltos en la música y es infinitamente más portátil que un CD. Sin embargo la industria sigue luchando contra el formato, tal cuál lo hizo con los LP, los cassettes, los CDs e incluso con MTV.

Es poco comprensible cuanto se demoraron las disqueras en comenzar a vender digitalmente, sin embargo una vez realizado este esfuerzo se vio opacado por los manejos de los derechos de esta música (DRM). Todo ese tiempo en el que no se logró innovar con música legal-pagada creó un espacio que las redes de descargas ilegales se complacieron de llenar. La actual generación se acostumbró a la idea de que la música es gratis, llevándola al plano mental de ser algo barato y desechable. No ayudó el hecho de que las disqueras incluso subieron los precios de los CDs a pesar de que los costos de producir estos bajaban, hoy por hoy el incluso menor costo de distribuir música digitalmente tampoco ha servido ya que las grandes productoras continúan regateando los precios haciendo que una canción cueste alrededor de un dólar, un precio artificialmente inflado que hace de la piratería una opción más atractiva de lo que realmente es.

En el escenario actual, la industria se ve incapaz de aceptar el cambio y redefinir el negocio, esto sumado a la imposibilidad de buscar una solución conjunta para luchar contra la piratería ha dado tiempo para que la sociedad disminuya su valoración hacia la música, factor que finalmente afecta a quienes la crean; músicos que han decidido tomar al toro por los cuernos y distribuir ellos mismos su música saltándose así a estos ineficientes intermediarios que no verán en el corto plazo una solución al caos creado por ellos mismos.